Cuando se habla de energía limpia, a menudo se usan los términos «energía renovable» y «energía verde» como si fueran sinónimos. Sin embargo, aunque están estrechamente relacionados, no significan exactamente lo mismo. Comprender sus diferencias es necesario para tomar buenas decisiones sobre sostenibilidad y consumo energético. En este artículo, te explicamos en qué se diferencian y por qué es importante conocer estos conceptos.
¿Qué es la energía renovable?
Este tipo de energía es aquella que proviene de fuentes naturales inagotables o que se regeneran a un ritmo igual o superior al de su consumo. Este tipo de energía permite reducir la dependencia de los combustibles fósiles y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero. Algunos ejemplos son:
- Energía solar: Proviene de la radiación del sol y se capta mediante paneles solares.
- Energía eólica: Se genera con la fuerza del viento mediante aerogeneradores.
- Energía hidráulica: Aprovecha el movimiento del agua en ríos y embalses para generar electricidad.
- Biomasa: Usa materia orgánica (como residuos agrícolas o forestales) para producir energía.
- Geotérmica: Extrae calor del interior de la Tierra para producir electricidad o calefacción.
Aunque todas estas fuentes son renovables, no todas cumplen con los criterios para ser consideradas «energía verde».
¿Qué es la energía verde?
La energía verde es un tipo de energía renovable, pero con un requisito adicional: debe producirse sin impacto ambiental negativo. Esto significa que, además de ser inagotable, su generación no debe causar daños al ecosistema ni generar contaminación significativa.
Por ejemplo:
- La energía solar y la eólica son ejemplos claros de energía verde, ya que no emiten gases contaminantes ni afectan gravemente los ecosistemas.
- La hidráulica a gran escala (como la de las grandes presas) es renovable, pero no siempre se considera verde, porque su construcción puede alterar ecosistemas y afectar la fauna y flora locales.
- La biomasa es renovable, pero si su combustión libera CO₂ o contribuye a la deforestación, no entra en la categoría de energía verde.

Diferencias entre ellas
La principal diferencia entre ambas es su impacto ambiental. Mientras que toda la energía verde es renovable, no toda la energía renovable es verde. Esto se debe a que algunas fuentes renovables pueden generar efectos negativos en el medio ambiente, ya sea por el proceso de obtención de la energía o por los residuos que generan.
Por ejemplo, la energía hidráulica se basa en una fuente inagotable como el agua, pero la construcción de presas puede alterar ríos y ecosistemas acuáticos. De manera similar, la biomasa es renovable, pero si su obtención implica deforestación o la quema de materiales contaminantes, pierde su condición de energía verde.
En contraste, la energía solar y la eólica no generan emisiones ni afectan gravemente los ecosistemas, por lo que se consideran tanto renovables como verdes.
¿Por qué es importante esta diferencia?
Saber distinguir entre este tipo de energías es importante para fomentar un consumo energético más responsable. No toda la energía renovable es completamente sostenible, y al elegir un proveedor de electricidad, es recomendable verificar si realmente ofrece energía 100% verde.
Además, los gobiernos y empresas están cada vez más enfocados en impulsar la transición hacia un modelo energético que no solo sea renovable, sino también respetuoso con el medioambiente.
En resumen, toda energía verde es renovable, pero no toda energía renovable es verde. La diferencia principal radica en el impacto ambiental que genera su producción. Si queremos contribuir a un futuro más sostenible, es importante apostar por fuentes de energía que sean tanto renovables como ecológicas.
Ahora que conoces la diferencia, ¿qué tipo de energía consumes en casa? Si aún no usas energía verde, quizá sea un buen momento para hacer el cambio y reducir tu huella ecológica.
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